Un cuaderno en blanco,
y una noche eterna,
nada que decir,
la vida pasando
a un ritmo tranquilo,
un vulgar galope
entre el mundanal ruido.
Y, en el fondo un grito
ahogado, de ese poeta
que habita en los oscuros entresijos,
de como yo, tantos hombres
cuya conciencia de sí mismos,
intenta asomar sus ojos al mundo,
mas se lo impide la entereza,
esa serpiente de traje formal
que llaman cordura, los deja mudos.
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Un cuaderno en blanco
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